sábado, 6 de marzo de 2010

Eficiencia energética en edificios


La entrada en vigencia, a partir de los próximos meses, de la norma Iram 11900 “Etiqueta de eficiencia energética de calefacción para edificios”, marca un punto de inflexión en la materia, ya que presenta un sistema comparativo de ocho clases de eficiencia energética para todo tipo de edificios, identificadas por letras (de la A a la H), como el que rige para los equipos de aire acondicionado, heladeras, lavarropas y estufas a gas.

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De esta manera, en poco tiempo, todos los edificios del país deberán clasificarse de acuerdo con el valor de un índice que depende de la transmitancia térmica de los componentes de la envolvente. La intención de la iniciativa encargada por la Secretaría de Energía de la Nación es que cada edificio tenga que entregar su categorización energética al momento de solicitar el medidor de gas.

En lo concreto, la aplicación de la norma Iram 11900 significará que cada uno de los edificios nuevos a construirse en cualquier ciudad de nuestro país cuente con una etiqueta que informe a sus usuarios del nivel de aislación de las paredes y techos, al mismo tiempo que su eficiencia respecto de la cantidad de energía que se necesita para calefaccionarlo.

El “etiquetado” energético permite al usuario tener información sobre el nivel aislación térmica que tiene el edificio que va a habitar, ya que una vivienda correctamente aislada permite un ahorro de energía que en algunos casos llega a ser de hasta el 60 por ciento.

La relevancia de este nuevo estándar radica en que el sector de la vivienda consume un tercio de la energía generada en nuestro país. Por lo tanto, una eventual reducción de esa demanda permitiría aprovechar el excedente con fines productivos, evitando así eventuales crisis energéticas. En tanto, para los usuarios residenciales significaría disminuir los gastos de las facturas.

Las ventajas del ahorro energético, objetivo que persigue la norma encargada por la Secretaría de Energía, involucran dos aspectos: el medioambiental y el económico. En ese sentido, el esfuerzo se justifica en que más del 60 por ciento de la energía generada en nuestro país parte de fuentes térmicas y nucleares, es decir de recursos no renovables. Y en el marco del Protocolo de Kioto, además, la Argentina está comprometida a no incrementar las emisiones de gases de invernadero.

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